martes, 19 de octubre de 2010

LA EDUCACIÓN POLÍTICA

Por Julio Martín Sáez

      Desde pequeño me enseñaron que cuando una persona mayor habla, yo debo callar y escuchar. Fueron más allá y me dijeron que cuando una persona en general habla, tengo que escuchar. Pero lo que siempre me explicaron realmente que estaba mal, era el interrumpir a una persona o el intentar imponer mis ideas a través de insultos al progimo o renunciando a mis valores más arraigados.

      Ahora ya he crecido, ahora es cuando me doy cuenta de que aquellas cosas que tanto me repetían mis abuelos y mis padres, tienen sus matices, sí yo puedo también hablar y alzar mi voz ante las ideas contrarias a las mías, incluso puedo consensuar o cambiar de opinión, ya que rectificar es de humanos. Pero la esencia sigue siendo la misma, no puedo dialogar si la palabra escucha no entra en mi vocabulario, como un día dijera Adolfo Suarez Que en el futuro no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal", "Elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal" .


      Esto me lleva a preguntarme si a los políticos les enseñaron esto en su infancia, pero todos sabemos que las madres en todos lados enseñan lo mismo, por lo que me decanto a pensar, que la forma que han tenido de crecer ha sido algo distinta a la mía.

Por un lado intentan convencer al electorado (las personas), pero suelen responder tirando por los cerros de Úbeda, dando discursos donde puebla la labia y la escenografía, pero escasea el contenido. ¿De qué sirve preguntarle mediante palabras a un sordo, sino hablamos en el mismo lenguaje?, esto es lo que deben de sentir los que al igual que yo, intentan entender o descifrar el lenguaje con el que nos hablan nuestros representantes. No son capaces de crear crispación, pués en sus palabras solo hay tranquilidad, firmeza y  arrogancia, pero tampoco son capaces de mobilizarme por un ideal o un objetivo común.

Todo el mundo recuerda a esos políticos que nos hacían vibrar o enfurecer con sus palabras, Suárez con su mítico "Puedo prometer, y prometo,...", Gónzalez con la coletilla "Por consiguiente..." o Aznar con el "Vayasé señor González", pero también recuerdan lo que acompañaba estas frases, la soberanía del pueblo, la reforma de las leyes, la aceptación y consenso por parte de todos, y luego ya las promesas, reformas sociales, reconversión industrial, relaciones con Europa y por consiguiente un planing político,  final del Servicio Militar Obligatorio, políticas de medioambiente, o política antiterrorista depués de irse el señor González, pero también produjo presión militar en un primer momento, casos como el de Rumasa en el segundo u opiniones controbertidas como el del prestige o la guerra de Irak en el último. ¿Dónde están esos políticos que nos hacían llegar lo que sabían y que nos hacían saber lo que queriamos?.

En mi familia, no siempre estabamos de acuerdo con mi padre y muchas veces intentabamos revelarnos contra sus normas mas restrictivas unas veces se conseguía y otras no, pero sabiamos que nunca nos iban a faltar ni la ropa ni el pan que llevarnos a la boca, sabiamos que podíamos poner las cartas sobre la mesa y unas veces tenía que ceder él y otras nosotros.
No solo existen los presidentes del Gobierno, en españa tenemos la suerte de contar con numerosos representantes en ayuntamientos, provincias y comunidades y un Jefe de Estado como es el Rey, aprovechemonos dialoguemos y escuchemos a los que nos guían, pero sobre todo entiendanse entre ustedes, sepan ceder y hermanense, no es necesario el insulto fácil si realmente saben expresarse y saben lo que quieren. He dejado claro en todo este texto que no es necesario llevar la contraria al partido adversario, ni intentar actuar por nuestra cuenta, espliquense y pidan el apoyo de todos, podremos empujar la propuesta o tirarla abajo, pero intentenlo, dejando atrás los objetivos partidistas.
Queda marcada en mi memoria aquella intervención en el Senado, de un presidente autonómico, del cuál no quiero dar más datos, para proponer al lector el siguiente ejercicio, ver este video con los ojos cerrados, escuchar cuantas veces se incrépa o no al ponente, ver si conseguimos acertar cuales son sus peticiones y sus quejas entendiendo no solo su contenido sino también su motivación ,y más tarde verlo y comprobar la posición del resto de la cámará:  http://www.youtube.com/watch?v=ItoEMMaEfFI.
¿No creen que se queja claramente de otras políticas?, ¿No creen que pide mucho al gobierno y al resto de comunidades?, pero entonces ¿Porqué nadie se lo toma como una agresión personal?, ¿Porqué la posición del resto de personas es de atención y distensión?, ¿Tendrá algo que ver su claridad y respeto por parte de la camara?

       Les insto a que sean creadores de emociones y de que todos nos sintamos como en casa, porque entonces será cuando realmente nos afecte, cuando podamos decidir como ser hopitalarios, nuestras normas, nuestras decisiones de familia, pero respetandonos como hermanos. No se vayan sin que nadie sepa lo que quieren hacer, pongan las puertas para entrar y salir, pongan las ventanas por donde mirar y dejense de elegir los colores que no contentan a nadie, que crean un mundo ficticio y multicolor de fantasía, pero sin posibilidad de vivir en él.

No se olviden señores politicos, ya no somos niños a los que pueden callar y no rechistar,no nos traten como tal, primero de todo escuchen, PUEDEN PROMETER Y PROMETAN y después procedan a que la democrácia  siga su curso y POR CONSIGUIENTE todos participemos de ella y si no puden con algo tan sencillo VAYANSÉ SEÑORES REPRESENTANTES, VAYANSÉ.

En Fuenlabrada, a 19 de Octubre de 2010

lunes, 27 de septiembre de 2010

EL OTOÑO DE LA CONSTITUCIÓN

LA REVOLUCIÓN OBSOLETA.

Por Alberto Martín Cajal

Antes de comenzar, pongámonos en situación: 1812, España se encuentra sumida en una guerra contra el “invasor” francés, y trata por todos los medios (guerrillas y poco más) de expulsar a “los enemigos de la patria”. Si bien nuestra acometida termino en buen puerto (a pesar de que estuvimos casi 6 años en penuria), hubo un elemento de vital importancia, que nació en medio de este caos: nuestra primera constitución, que pasará a llamarse ya para la historia como “la Pepa”.

No podemos dejarla de lado, y mirarla únicamente como la primeriza, la innovadora, la “novata” de todas sus posteriores hermanas. Si bien esta constitución abrió el grifo de lo “democrático”, a pesar de que es un término demasiado prematuro, su auténtico logro fue otro: prender la mecha de la revolución. Me explico: 1812 nos dio un método eficaz de resolver problemas de magnitud nacional, una panacea realmente eficaz contra la crisis que estaba atravesando nuestro país. El texto aprobado en Cádiz vino a poner orden y a repartir esperanza (y puede que un poco de euforia) a todo individuo que se preciara de ser buen patriota: sectores de la nobleza, gran parte del clero, ilustrados y liberales. Dicho de otro modo, “la Pepa” vino a corroborar el dicho popular “Unidos Venceremos”.

Si observamos en que condiciones habíamos vivido hasta ahora (Antiguo Régimen), que se diera una situación de camadería, de auténtica colaboración entre todos los grupos sociales existentes en España, fue un auténtico milagro. Por primera vez, desde hacia siglos, sectores tan opuestos como el campesinado y la nobleza, aunaron fuerzas (aunque solo fuese por unos momentos) y pelearon espalda contra espalda. Lo que realmente quiero dar a entender, es que la revolución nos abrió una nueva y poderosa vía de avance y progreso.

Si avanzamos en el tiempo, esta situación se va a repetir constantemente: desde la constitución progresista de 1837, a la “gloriosa” e infinitamente esperada del 69, hasta la maltrecha de 1931. Si no incluyo a la que actualmente nos cobija, es porque me quiero centrar en ella de manera más profunda. Todas las constituciones anteriores, hasta el respetable número de 7, surgieron en las mismas condiciones. Incluso se podría fabricar una ecuación que las representara:
España+ Crisis= Revolución.
Revolución+ Constitución nueva= Solución.

Sin embargo, hay algo que es más obvio que las condiciones en las que nacen los textos constitucionales: la utilidad de las mismas, su ciclo de vida, su duración útil, hablando con términos científicos. Todas, absolutamente todas ellas, se promulgaron en el momento adecuado, y con una estructura 100% ajustada a la situación. Es fácil: se promulgaron, cumplieron su cometido, y desaparecieron. Las constituciones evolucionaron a la par que los problemas, una tendencia que, al menos en nuestro caso, se convirtió en un bucle infinito.


Aquí es cuando comienza el auténtico punto de debate: año 2010; la constitución promulgada en diciembre del 78, texto vástago de la Transición Política, cumple con su deber: elimina la decadente y mugrienta arquitectura edificada en el franquismo, y nos introduce poco a poco en el teatro de lo internacional, nos abre un hueco en el mundo exterior, y nos sirve en bandeja esa bebida espirituosa tan preciada que es la “libertad”.

Durante treinta y dos años completos ha ocupado su sitio. Huelga decir que ha trabajado de manera espléndida. Bien: permítanme recordarles, que a los humanos les llega tarde o temprano la jubilación. Muchos dirán que esta es “el merecido descanso del proletario por toda una vida de trabajo”, pero seamos sinceros: la jubilación es la forma “ortodoxa” de sacarte de la cola de producción (un hombre anciano no se mueve como un muchacho de 20 años). Puede parecer duro, pero si lo piensas, es la única manera de mantener con vida un sistema, de mantenerlo competitivo y en movimiento.

Hagamos entonces una comparación constructiva: cuando una persona se jubila, es porque ya ha terminado con su cupo, y también porque ya no puede “cargar sobre sus hombros” una responsabilidad “x”. La responsabilidad de la constitución es mantener a España “en movimiento”, sujetarla a la posición más alta posible, aferrarla al liderazgo adecuado y a un estado de bienestar suficiente que permita tener la certeza de que todos los días encontraremos una cama y un plato de comida en la mesa.

¿Qué tenemos hoy día? Una crisis de proporciones bíblicas: paro en cotas inimaginables, corrupciones políticas en casi toda región, delincuencia, inmigración incontrolada, problemas ambientales, terrorismo. Lo que se podría llamar un “cataclismo social”.
Si el orden de los factores no altera el producto, la causa es fácilmente reconocible: al igual que una persona llega a su final, la constitución de 1978  se encuentra en su otoño, en sus compases finales, en el desenlace de su actuación; la revolución que iniciara años atrás se ha oxidado hasta quedar obsoleta, arribando a una encrucijada en la que la única posibilidad es adaptarse, o desaparecer.

Convengámoslo señores, convengamos de una vez por todas en que su tiempo se ha acabado. Su momento de gloria pasó, y no queda otro camino fuera del estricto cambio. Necesitamos renovar la constitución, necesitamos reconstruirla desde cero. Necesitamos reformas, pero reformas poderosas, revolucionarias, “agresivas” incluso, que mejoren lo que ya de por si tiene buen nivel, que elimine lo que no encaje, y que nos haga evolucionar hacia una nueva organización. Todo tema antes tabú, debe pasar a ser manoseado impunemente en pos del progreso. Si hay que borrar un artículo, borrémoslo; Si hay que eliminar un apartado entero, hagámoslo y redactémoslo desde el principio. Si es necesario tirar a la basura toda la obra hecha en 1978, despidámosla como es debido, apretémonos bien el cinturón, y lancemos al pueblo la constitución del nuevo siglo.

Pero ojo, no todo se centra en recortar una ley aquí e implantar una modificación allá. Cualquier proceso que tenga como máxima solucionar una crisis en su apoteosis, es absolutamente inútil si no se pone en marcha inmediatamente. Tan importante es aquí el tiempo empleado, como la propia reforma en si. Contra más estiremos el periodo de vida de la constitución, peores resultados obtendremos, algo así como intentar hacer limonada con un limón seco y ya exprimido.
El mayor error que hemos cometido no deja de ser ese: utilizar más de lo debido una determinada herramienta, forzarla fuera de lo que podríamos llamar su “periodo de garantía”, algo que por lo común no suele dar resultado. La historia nos da varios ejemplos de ello, y el propio Arias Navarro lo experimento en sus carnes, al tratar de lanzar la famosa pomada tranquilizadora de masas “Atada y bien atada”, a pesar de que el producto activo llevaba muerto muchísimo tiempo ya.

No estamos ante una situación normal. Esto no se va a repetir en varios años (y si me equivoco, que Dios, Buda y el panteón griego al completo nos amparen), no es algo que admita una segunda oportunidad. Debemos hacerlo bien, a la primera, y debemos hacerlo ahora.

Por lo menos, esa es mi opinión, y me pregunto si no será la misma que millones de españoles. ¿Por qué aguantar el monstruo bicéfalo que tenemos implantado en nuestro sistema político? ¿Por qué permitir que instituciones desangren al estado “en nombre de Dios”? ¿Por qué tener miedo a los delincuentes, cuando debería suceder justamente al contrario? Preguntas sobre preguntas, que nunca llegarán a responderse hasta que no se produzca otra “gloriosa”, pues estén seguros amigos míos, de que nadie bajara del cielo con una nueva constitución bajo el brazo. La solución está al alcance de nuestra mano, y solo hace falta que alguien comience el estímulo.

Ah, y si quieren conocer mi opinión (y espero no ofender), mi primer cambio sería eliminar la monarquía, e implantar un sistema semejante al francés o al estadounidense. Dejemos ya de montar películas al estilo “Bienvenido Mr.Marshall” o “El turismo es un gran invento”, y abramos los ojos por una vez al mundo exterior, que según me lo parece a mí, ya va siendo hora.

En Móstoles, a 28 de Septiembre de 2010.